martes, 11 de abril de 2017

La odisea inmobiliaria de los estudiantes.


Hoy escribo como estudiante indignada. Una estudiante que, como miles, busca piso para compartir con sus compañeros o amigos. 

La búsqueda de lo que será tu hogar durante un curso como mínimo, no es nada fácil. Sabes que debe ser económico, pero sabes que por algo extremadamente barato el piso será una ruina que se cae a cachos y tendrás que ir llamando al casero para que te arregle una cosa y otra (si te lo arreglan). Sabes que con el frío que llega a hacer en esta ciudad debe tener calefacción, pero ¿qué calefacción? Si es central el piso será caro, si es a gas puedes esperar cualquier cosa al esperar la factura, si es eléctrica más te vale tener más dinero que pagando un piso de calefacción central y todo reformado, y si es calefacción con no se qué tarifa nocturna o con baterías de no se qué ¿alguien entiende qué es eso? y... ¿calefacción a carbón? ¿alguien sigue usando eso? 



Luego las condiciones en las que se encuentra el piso, para empezar las camas... vale que seamos estudiantes, pero ¿de verdad creen que podemos descansar en condiciones en unas camas de menos de 90 cm, de las que salen bultos por todas partes y que en cuanto le damos la vuelta al colchón tiene una mega mancha sospechosa? Ya ni hablemos de las almohadas, porque he tenido que traerme las mías de mi casa...


Pero.. ¿qué me decís de esos mal llamados "escritorios"? ¿Quién llegó a la conclusión de que dos caballetes y una tabla serian aptos para miles de horas diarias de estudio y trabajo de un estudiante? Tengo la duda de si esos pobres caseros llegaron a estudiar en esas circunstancias... Sí, quien quiere estudiar lo hace en cualquier sitio, pero está demostrado que se rinde mucho mejor en unas condiciones optimas. Ya sabéis, temperatura, postura, luz... 

Entiendo que hay quien vive de las rentas pero hay cambios que son realmente necesarios, los inquilinos estamos pagando por un piso en condiciones para pasar la época de universidad y lo mínimo que merecemos es tener un piso con una cama medianamente buena para descansar, un escritorio donde trabajar que no corra peligro de desmoronarse, unos muebles que no sean tan antiguos que los clavos ya hayan dado de sí la madera, unos armarios que no se caigan a cachos... 

Sí, quizás algunos han tenido la mala suerte de tener malos inquilinos que les han destrozado el piso, o quizá han conocido a alguien a quien le haya pasado. Pero no todos los estudiantes somos unos niñatos de papá y mamá que les da igual destrozar y pagar, porque no son conscientes de lo que se esfuerzan sus padres todos los meses para poder pagar una hipoteca, todas las facturas, el colegio si hay hijos pequeños y todos sus materiales y, encima, pagar otro piso, las facturas de ese otro piso y enviarnos dinero para vivir. Sí, yo me considero una estudiante responsable sobre dónde vivo y las condiciones en las que quiero vivir, y yo estoy CANSADA de encontrarme con pisos extremadamente caros para la chapuza que ofrecen y de las inmobiliarias que se quedan con todos los buenos pisos. 

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