sábado, 6 de septiembre de 2014

Palabras mágicas que desvanecen.

¿Nunca os habeis dado cuenta de lo increíblemente difícil que se nos hace decir esas palabras "mágicas" que nos obligaban de a decir tanto de pequeños?
Estas palabras se nos van olvidando a medida que vamos creciendo. ¿Cómo? Os preguntaréis. Pues en mi humilde opinión, todo es culpa de esta sociedad que está cada vez más jerarquizada. Encontramos esta estructura en todos y cada uno de nuestros ámbitos. En el hogar, por ejemplo. Nuestros padres al educarnos nos inculcaban, o al menos a la mayoría, el tener que pedir por favor y dar las gracias por todo. A medida que crecemos, en mi caso y muchos que he podido observar, ellos mismos, al ver que lo tenemos aprendido, dejan de pedirnos tanto las cosas con un "por favor" y unas pocas veces nos dan las gracias. Es curioso cómo los buenos modales van desapareciendo tan a la ligera y tan descaradamente. Pero claro, pobre de ti que no les pidas algo por favor y con un gracias después... No quisiera estar en tu lugar si lo has hecho.  Es injusto pero cierto. ¿Es que acaso no debes ser igual de educado con personas extrañas que con tus propios hijos? Yo creo que tus hijos son la razón de tu vida prácticamente, estudias y trabajas para darle un futuro a tus hijos, para darles lo mejor que te sea posible. Sí, te dan dolores de cabeza, lo admito, pero esos momentos felices compartiendo juntos son los que hacen que todo merezca la pena. Por tanto, madres y padres, más por favor y gracias. Que somos vuestros hijos, quienes os quieren e intentan seguir vuestros pasos e intentar que estéis orgullosos, no esclavos.
Esclavos, a esa palabra quería llegar. Nos sentimos esclavos en el sentido en que sin un por favor, aunque sea obligatorio, nos suena a o lo haces o lo haces. Con un por favor, sabemos que debemos hacerlo pero sentimos que tenemos opción,  que tenemos voz y voto, a pesar de que estemos en la obligación de hacer lo que nos piden. Bajo mi punto de vista, prefiero  una petición obligatoria a un mandato. Aquí llegamos al trabajo. Se supone que en el trabajo debemos sentirnos motivados, debemos estar contentos. ¿Qué empleado, por muy bajo que sea su puesto, se sentirá a gusto en un puesto de trabajo en el que parece que trabaja para un dictador? Es decir, si mi jefe me ordena que haga algo pero pidiéndolo por favor, me sentiría verdaderamente motivada a realizar la tarea que se me ha encomendado. No quiero decir que deba decir las palabras exactas "por favor", pero ordenar, decir y pedir las cosas de una manera civilizada. Su equipo, su personal, su capital humano, son personas que están ahí para trabajar, un trabajo que requiere de personal. Uno depende de todos y todos dependen de ese uno. Por eso, pienso que la palabra correcta es la primera de todas, equipo. Es la palabra que mejor define a todas las personas que forman una plantilla en una empresa, sea del tipo que sea. Creo que es una especie de antónimo respecto a lo que muchos hoy en día piensan. Poco falta para besarles los pies a nuestros jefes. Un consejo, si lo hacéis, ya que estáis le laváis los pies antes. Más que nada por higiene.
Finalmente, todos, a medida que nos hacemos mayores ya directamente. Si os dais cuenta, son pocas las personas mayores que por ejemplo en un bus te piden por favor paso o el asiento. Yo cedo, cuando veo a alguien mayor, embarazadas, con niños o simplemente que vea con malestar, mi asiento. Pero soy humana, y como a cualquiera le ha podido pasar de ir distraido y no ver más allá de nuestras narices. Hay quienes te hacen sentir verdaderamente mal por ello. Prácticamente hacen que te pongas de pie, en vez de decirte si por favor le cedes el asiento o el lugar donde estes. Es preocupante las maneras que en muchas ocasiones nos trata la gente mayor sobre todo. Muchas veces se quejan de la juventud, como siempre, generalizando. Porque como digo, yo por mi parte, intento hacer las cosas lo mejor que puedo. Pero en más de una ocasión me he encontrado con personas mal habladas, mal educadas y caras de superioridad, como si fueras, repito, su esclavo, como si fueras inferior. Otra vez, la jerarquía.
Por último, pero no por ello carece de importancia, el perdón. Demasiado nos cuesta reconocer nuestros errores y más aún reconocerlos ante los demás. Sabemos que hemos hecho mal, sabemos que hemos dañado a alguien de alguna manera pero somos capaces de pedir perdón. Hay quienes evaden el pedir disculpas haciendo como si nada hubiere ocurrido. Mal. Esto en muchas ocasiones, a la personas dañada le ocasiona un cierto malestar, una sensación de inferioridad tanto o peor que cuando le ordenan algo. Sólo os invito a pensar en una situación de dictadura o sin ir más lejos, una monarquía. Nuestra propia constitución excluye toda culpa al Jefe de Estado. Incluso es mejor en este aspecto, ya que por lo menos el que refrenda al Rey, es sobre el que cae la responsabilidad y hablando coloquialmente, el que debe pedir disculpas y pagar por el error. En cambio, en nuestros errores, somos nosotros los responsables y al no pedir disculpas, nadie paga por el error y nadie reconoce la culpa.
Nos estamos equivocando, nos empeñamos en que los pequeños sigan con sus palabras "mágicas" pero a medida que nos vamos insertando en la sociedad, las perdemos. Demos ejemplo, los pequeños son como esponjas y algún día crecerán.

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